CAPITULO VII

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- ¡Ya sé! ¡El Parque Natural de la Breña y las Marismas del río Barbate! –casi gritó Carmen con entusiasmo.

Entonces decidieron pedir a su madre que les preparara unos bocadillos y unos refrescos y les diera permiso para pasar la tarde en los pinos.

Miguel y Carmen cogieron sus bicis y se marcharon camino del puerto. Al pasar por el restaurante “El Capitán” se encontraron a su primo Javier.

Javier era un muchacho pelirrojo, con la cara llena de pecas y los ojos color azul cielo. Tenía un año menos que Carmen; aunque era tan delgado y bajito que no aparentaba tener más de ocho años.

En el colegio Bahía, del que era alumno, destacaba por su inteligencia; por eso, Carmen y Miguel cruzaron sus miradas y le dijeron, los dos al mismo tiempo:

- ¿Te vienes de merienda con nosotros?
- Por supuesto que sí, pero no tengo merienda –contestó Javier.
- Por eso no te preocupes, mi madre ha puesto suficiente para los tres –intervino de inmediato Miguel.

Los tres primos echaron a andar hacia La Breña, cogiendo por el sendero del Tajo porque estaban de acuerdo en lo bonito que era este camino; aunque, en algunos tramos el suelo era rocoso, y en otros la arena dificultaba el paso.

Por el lado derecho, los niños se iban fijando con detalle en los pinos, los arbustos y las flores; además de en la gran pared de piedra de la antigua cantera.

Por el lado izquierdo, iban disfrutando de unas vistas impresionantes del Océano Atlántico.

Caminando, caminando, en un rato llegaron a la Torre del Tajo. Allí, sentados en una de las mesas de madera, merendando, le contaron a Javier el enigma del cofre.

- ¿Qué piensas de todo lo que hemos dicho? –inquirió Carmen a su primo.
- Deja que me aclare un momento –contestó Javier.
- “…de naranja me veréis, en el bosque y en tierra mojada me hallaréis” –repetía Miguel una y otra vez.

A Javier se le ocurrió que dieran una vuelta por los alrededores del lugar, para ver si encontraban algo.
De repente, los tres niños corrieron hacia un gran pino que estaba justo al lado de un enorme charco de agua de lluvia. A poco más de un metro de altura, el árbol tenía un pequeño hueco. Los tres pares de ojos se habían fijado en una piedra de color anaranjado que ocupaba el centro del hueco.

- ¡EUREKA! –exclamó Javier.
- ¡Bueno, ya tenemos la cuarta piedra! ¡Vamos rápido a casa!-dijo Carmen.
- ¡Estoy deseando ver el cofre! –añadió Javier.

Llegaron a casa, sudorosos y cansados por la carrera que se habían pegado, y entraron a toda prisa. Cuando metieron la cuarta piedra en el cofre, descubrieron una nueva pista.

- ¡Mira! –dijo Javier- ¡En el cofre hay otro enigma!
- ¡Vamos a leerlo! –exclamó con entusiasmo Carmen.

“VERDE ES Y EN UN LARGO Y ANCHO PASEO LO ENCONTRARÉIS!...


EQUIPO DE REDACCIÓN DEL CEIP BAHIA DE BARBATE
ISAAC GUZMÁN MAYA 5ºA
ANTONIO ORIA SÁNCHEZ 5ºB
LUCIA AGUILAR MORILLO 6ºA
CRISTINA SÁNCHEZ FERNÁNDEZ 6ºB

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