CAPITULO II

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Al día siguiente fue a la ermita, buscó los jeroglíficos pero no estaban en el sitio en que ella los había visto. Se asustó un poco, siguió buscándolos y los encontró pero en otro lugar. Los miraba mucho, pero no los entendía. Se puso a tocarlos y la roca se movió hacia el interior como cuando se aprieta un botón. La pared se abrió en dos y apareció ante ella un largo pasillo. Le entró tanto miedo que pensó incluso en marcharse, pero era demasiado curiosa como para abandonar y caminó hacia su interior.

Se adentró en el pasadizo, estaba muy oscuro, tenía antorchas en las paredes laterales; era frío, húmedo y hasta se escuchaban los insectos que había por el suelo y los rincones. Llegó al final y vio una extraña llave de madera, entonces se dijo en voz baja.

- Supongo que esta llave tendrá algo que ver con el cofre que mi padre me ha regalado.

La cogió y a toda prisa volvió a su casa. Subió a su cuarto, pero el cofre no estaba allí. Bajó y le preguntó a su madre:

- Mamá, ¿has visto el cofre que había en mi cuarto?
- Sí, lo cogió tu hermano antes de irse al campamento escolar.
- ¡Oh, no! –dijo preocupada- ¿Cómo lo recuperaré?

El campamento escolar estaba en Marbella y Carmen no sabía cómo llegar, tendría que aprovechar el sábado, mintiéndoles a sus padres, para ir en autobús y volver rápidamente. No se le ocurrió otra excusa que decirles que la habían invitado a una excursión.

- Mamá, ¿puedo ir el sábado a una excursión?
- Claro, pero a condición de que estés aquí antes de las 7 de la tarde.
- ¡Vale! Gracias por dejarme ir, mamá.

MANUEL MELERO ROSSI 6º
CEIP JUAN XXIII

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